domingo, 25 de noviembre de 2012

Lluvia Ácida
Lluvia Ácida: Veneno Caído del Cielo
La quema de combustibles fósiles y la industrialización en general está provocando cambios en la atmósfera. Uno de los efectos más conocidos es el calentamiento global o efecto invernadero, cuyas devastadoras consecuencias han sido expuestas en foros internacionales y el acuerdo es tan abrumador que dio lugar al Protocolo de Kioto...
La quema de combustibles fósiles y la industrialización en general está provocando cambios en la atmósfera. Uno de los efectos más conocidos es el calentamiento global o efecto invernadero, cuyas devastadoras consecuencias han sido expuestas en foros internacionales y el acuerdo es tan abrumador que dio lugar al Protocolo de Kioto, aunque el país más contaminante, EE.UU., se niega a ratificarlo por miedo a una recesión en su economía, o por miedo a un declive de la industria petrolera, en la que tienen intereses muchos miembros del gobierno estadounidense, incluyendo al propio presidente George W. Bush. Sin embargo, otra consecuencia de esa contaminación es la lluvia ácida, cuyos efectos son muy conocidos, aunque los políticos le presten poca atención.

El término lluvia ácida pertenece a Angus Smith, un químico británico del siglo XIX que estudió el aire de Manchester (Inglaterra). Pero no fue hasta 1950 cuando se reconoció la existencia de esta lluvia ácida y su poder de contaminación de grandes áreas. La preocupación aumentó cuando pescadores observaron grandes menguas en las poblaciones de peces en muchos lagos de Suecia, Ontario (Canadá) y Adirondack (Nueva York). En Noruega y Suecia los peces han desaparecido de por lo menos 6500 lagos, de otros 1200 lagos en Ontario y más de 200 en los Adirondack. Algunos sólo albergan algas y bacterias resistentes.

La precipitación ácida puede ser lluvia, nieve, niebla o incluso la llamada precipitación seca, y tiene su origen en la contaminación atmosférica, principalmente por los gases dióxido de azufre (SO2) y diversos óxidos de nitrógeno (NOx), pues al mezclarse con el agua y el oxígeno generan ácido sulfúrico (H2SO4) y ácido nítrico (HNO3). En el caso del SO2 estas son las reacciones químicas:

SO2 + H2O ===> H2SO3 (ácido sulfuroso)
2H2SO3 + O2 ===> 2H2SO4 (ácido sulfúrico)

Esos gases ya son, por sí mismos perjudiciales para la salud humana. El SO2 es un gas incoloro que provoca afecciones respiratorias y cardiovasculares, llegando incluso a provocar la muerte. Los ancianos y los niños son los más afectados, pero también afecta negativamente a especies vegetales. Este compuesto es el principal responsable de la lluvia ácida ya que se convierte en ácido sulfúrico (H2SO4). El dióxido de nitrógeno (NO2) irrita los pulmones, causa bronquitis y neumonía, reduciendo la resistencia a las infecciones respiratorias. Sin embargo, estos gases se diluyen normalmente en la atmósfera de forma que su concentración es sólo peligrosa en ciertas ciudades y en ciertos momentos. Así pues, lo que más afecta a la naturaleza es la formación de esos ácidos sulfúrico y nítrico que caen junto con la lluvia, provocando una lluvia demasiado ácida.

La fuente principal de óxidos de nitrógeno (NO y NO2) es el transporte (automóviles, aviones...). Los óxidos de azufre se producen en la quema de combustibles (especialmente carbón), en centrales térmicas para producir electricidad, en la fundición de minerales y en otros procesos industriales.

La acidez se mide en una escala de 1 a 14 conocida como escala de pH. El pH mide la concentración de ion hidrógeno (H+, átomos sin su electrón) de forma que si el pH es menor a 7 se dice que estamos ante un ácido, y si el pH es mayor a 7 se dice que estamos ante una base o una solución alcalina (con más iones hidróxido, OH-). Un pH de 7 expresa una solución neutra, es decir, ni ácida ni básica (con una concentración de iones de hidrógeno igual a la de iones hidróxido: 10-7 g/L). Cuanto más alejado del número 7 sea el pH de una solución más ácida o básica será variando la acidez en 10 veces cada unidad de la escala pH. Es decir, un pH de 4 es diez veces más ácido que un pH de 5, y cien veces más ácido que un pH de 6.

La lluvia normal es ligeramente ácida, con un pH de 5.6 aproximadamente. Esto es debido al ácido carbónico (H2CO3) que se forma al disolver CO2 en las gotas de lluvia. En la actualidad, en algunas zonas la lluvia tiene un pH de 4.0 y, en raras ocasiones, llega a 3.0. En los bosques del Este de Los Ángeles (EE.UU.) se ha encontrado niebla y rocío con un pH de 2.8 (casi 1000 veces más ácido de lo normal).
La lluvia ácida es una contaminación que pasa las fronteras sin pasaporte. La lluvia ácida de Quebec (Canadá) y del Este de Estados Unidos tiene su origen en las actividades industriales de este último país, y la de los países escandinavos se debe a la contaminación atmosférica de Europa central y Gran Bretaña. La lluvia ácida de Japón y el Este de China se debe al uso masivo de carbón que hay en toda China. La contaminación atmosférica sigue la dirección del viento y cae con la lluvia.

Efectos de la lluvia ácida:
En los ecosistemas acuáticos: La acidificación de lagos y ríos conlleva un trastorno en la cadena alimenticia ocasionado por la muerte de muchos peces, la intoxicación por comer este pescado y la reducción de zooplancton, algas y plantas acuáticas. El aluminio es un metal que se disuelve con la lluvia ácida y contamina el agua. Por debajo de un pH de 5 ya se presenta contaminación por aluminio. Entre otros problemas, esto genera daños en las branquias y que los peces dejen de reproducirse. Los anfibios, moluscos y crustáceos son parte importante en la cadena alimenticia de los ecosistemas acuáticos y también se ven seriamente afectados. Por ejemplo, el agua ácida disuelve con facilidad el carbonato de calcio interfiriendo en que los moluscos lo incorporen a su concha. La contaminación por mercurio también es agravada por la lluvia ácida y en los Grandes Lagos de Norteamérica la concentración es tan elevada que está prohibido consumir ese pescado.

En los bosques: Miles de hectáreas de piceas y abetos han muerto en los últimos años en Checoslovaquia y Alemania. En Estados Unidos y Canadá también hay bastantes casos documentados (abeto rojo, arces...). La lluvia ácida provoca que el calcio y el magnesio se disuelvan y se pierdan, así como que el aluminio sea más fácil de absorber por las raíces y provoque la muerte de éstas o daños que pueden facilitar la llegada de enfermedades. Hay que destacar que a corto plazo la lluvia ácida puede ser benéfica para las plantas, pues fertiliza el suelo con azufre y nitrógeno.
En los cultivos: Se ha demostrado que la lluvia ácida provoca una caída en el rendimiento de los cultivos, interfiriendo en aspectos tan importantes como la fecundación de las flores.

En las aguas subterráneas y en la corrosión de tuberías: Evidentemente, las aguas subterráneas también pueden presentar contaminación (por aluminio por ejemplo), lo cual es un riesgo para la población humana que consuma esas aguas. Además, el agua ácida puede disolver los compuestos metálicos de las tuberías o recipientes para agua, algunos de los cuales son muy tóxicos, como el plomo, el cobre, el zinc o el cadmio (de soldaduras).

En las construcciones humanas: Los materiales de construcción (acero, bronce, pintura, mármol, piedra arenisca o caliza...) sufren erosión por culpa de la lluvia ácida. Se acepta que el principal agente corrosivo es el dióxido de azufre y sus productos secundarios. Esta ha sido la causa de una aceleración en la corrosión de estatuas que se mantuvieron bien durante siglos, como las estatuas y monumentos de la Acrópolis de Atenas o algunos monumentos de Italia, España o Japón.

Es imprescindible reconocer que la lluvia ácida es un problema grave y que la mejor solución es la reducción de las emisiones. También se pueden y se deben efectuar otras medidas, como usar combustibles con poco azufre o reducir su concentración antes de usarlos. Hay otras medidas que también son importantes, como la limpieza de los gases antes de liberarlos a nuestra atmósfera o usar piedra caliza molida durante la combustión. Las medidas más efectivas son reducir el consumo de electricidad y utilizar fuentes renovables: energía solar, eólica...

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), a la que pertenecen casi todos los países industrializados, estudió en 1981 los costos de la implantación de medidas de control. Los datos y las investigaciones apuntan a serias consecuencias políticas y socioeconómicas si no se hace nada. Ante este panorama se han tomado algunas tímidas medidas que, por ahora, resultan insuficientes (como la Ley de Aire Limpio firmada por Estados Unidos y Canadá en 1990).

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